"Los Caminos del Che pueden pensarse uniendo Argentina, Venezuela, Cuba y Bolivia"
La coordinadora científica del Centro de Estudios Che Guevara en La Habana, María del Carmen Ariet, participó de un programa radial en FM La Central 92.3 de la ciudad de Neuquén. Allí conversó sobre la tarea que desarrolla en el Centro de Estudios a partir de los manuscritos y archivos del Che y destacó que ese material da cuenta del modo en que maduró el pensamiento de Ernesto Guevara a través de sus viajes por Latinoamérica y su acción revolucionaria.
Fabián Polizo (FM La Central): Bienvenida María del Carmen. Cuéntenos por favor el motivo de su visita.
Maria del Carmen
Ariet
María del Carmen Ariet: Buenos días. En principio, este viaje es para reencontrarme nuevamente con Neuquén y con San Martín. En el ‘96, ‘97, vine hacia acá para conocer La Pastera, porque ya se comenzaba a conversar sobre el proyecto. Nosotros teníamos en los archivos del Centro, en las crónicas de viaje del Che, información sobre aquel galpón. Yo tengo en mi retina aquello que describe Ernesto, que todavía no es el Che, esa expresión misma que da sobre la belleza de los lagos. Y me interesó muchísimo la idea original de tratar de hacer algo. Ha costado esfuerzo, ha costado años. Así fue como tomamos contacto con los compañeros de ATE, que nos pidieron nuestra colaboración y por supuesto la tuvieron. Y bueno, por ahí han marchado. Hoy vengo a ver cuáles han sido los resultados de estos primeros esfuerzos, que creo que son muy valiosos
F.P.: Todos los museos que tienen como eje a Ernesto Guevara, o al Che,
¿trabajan directamente con el Centro?
M.C.A.: Los museos de aquí, de Argentina, no. En este caso, como en Misiones y Alta Gracia, hemos apoyado con asesoría, sobre todo de información. Lo que es el concepto estructural del museo, corresponde a los lugares donde están. Nosotros hemos apoyado en el conocimiento que tenemos de la información que nos ha nutrido durante mucho tiempo. Claro que siempre hay que tener en cuenta lo peculiar y el espacio hay que dejárselo a la construcción y a los criterios fijados por cada uno de ellos. Aquí hay ambiciones que se van a sumar a este proyecto, como es el futuro de las rutas turísticas, toda esas cosas que pienso que hay que articularlas. Este es un proyecto de argentinos, como se puede hacer cuando toque a Bolivia en la ruta. Hay una ruta que podría ser maravillosa: Argentina, Venezuela, Cuba y Bolivia.
F.P.: Explíquenos por favor, ¿a qué se dedica el Centro de Estudios Che Guevara?
M.C.A.: El Centro se dedica al estudio de la vida y obra del Che. Sobre todo en la explicación de la evolución de este hombre y de su pensamiento desde los orígenes en Argentina. Yo he sido una privilegiada porque desde el año ‘87 estoy en contacto con los manuscritos que este muchacho, Ernesto, increíblemente llevaba en su mochila en sus viajes. Es una especie de biblioteca nómada. Es la letra de tránsito del adolescente al joven. Cuando el Che llegó a Cuba los mandó a pedir porque los tenía en México. La primera vez que me topé con estos manuscritos me impactaron de una forma que no puedo expresar. Porque ver el esfuerzo de este muchacho, de estudiar filosofía, de escribir todo lo que estaba estudiando, la literatura, desde Argentina mismo. Esto permite visualizar la relación entre la teoría y la práctica que siempre lo acompañó. Porque primero se cultiva y después es que comienza estos viajes de búsqueda, desde aquí mismo. En el viaje que desarrolla Ernesto por el norte argentino, cuando llega a Salta, dice en las páginas de su diario, “no se conoce a los países y a los pueblos en lujosos hoteles sino cuando se intima en los hospitales, en las cárceles”. Aquí ya hay una percepción que lo marca desde el punto de vista social y humano. Eso es lo que hemos buscado. Nosotros hemos tratado, desde la mirada del joven, dar una visión abarcadora de los distintos procesos por los que pasó desde el punto de vista teórico y práctico. Y hemos publicado casi toda su obra inédita. Ese es un mérito. Tenemos un proyecto editorial, donde contamos ya con 18 títulos de diferentes ramas de pensamiento del Che. Es interesante saber que el Che no era economista y sin embargo tiene un pensamiento económico. No era filósofo pero tiene un pensamiento filosófico. No era historiador y no era político y tiene un pensamiento de politología. Nosotros tenemos investigaciones que interpretan, pero la prioridad fundamental es dar al lector y al investigador la propia obra del Che.
F.P.: ¿Hay escritos sobre medicina?
M.C.A.: Sí. Él trabajó en una clínica de un especialista muy famoso de alergia, cuando estudiaba medicina. Y lo curioso que tiene es que hay revistas de alergia, la fundamental que se publicaba en aquel momento, donde hay artículos donde aparece Ernesto dentro del equipo de investigación. Después eso lo continúa en México. Allí participa en congresos de alergia y hay investigaciones de alergia en el hospital general de México. Además de la medicina asistencial, lo que realmente le interesaba más era la labor de investigación. Porque es un hombre que siempre fue buscando, leyendo, reflexionando. De la misma manera que lo hizo con filosofía, que lo hizo con literatura. Creo que permanentemente se mantuvo en una búsqueda constante para encontrarse a sí mismo, encontrar sus espacios, encontrar qué era lo que quería. En Guatemala empieza a escribir un libro que le puso como título: “La función social del médico en América Latina”. Dejó algunos capítulos esbozados y una estructura. Este libro tiene una concepción de medicina preventiva más que asistencial. Hablaba del papel del médico como transformador social. Es impresionante ver la bibliografía que él coloca en este libro. No se nutre solo de la medicina, tiene incorporada sociología, economía, estudios de América Latina por regiones. Es el libro que él soñó hacer. Después que se derrota al gobierno de Guatemala él toma la decisión de convertirse en un revolucionario, como le escribe a su familia. Pero hasta esa etapa estaba buscando y para nada desdeñó la medicina. Los caminos que se le fueron presentando a partir de este ejercicio, tanto teórico como práctico, lo llevan, lo inducen al camino que después decidió que sería el definitivo.
F.P.: Después de tantos años de investigar, de leer los manuscritos del Che, ¿se sigue asombrado?
M.C.A.: Me sigo asombrando. Yo hice mi doctorado en el pensamiento político del Che en el año ’87, cuando todavía había polémicas sobre los errores que se estaban cometiendo en la Unión Soviética. Y tuve la posibilidad, en esa época, de leer lo que él dejó escrito. Y yo saltaba de la silla me acuerdo. Porque no era crítico por que sí. Era la reflexión, toda la acumulación desde joven hasta ese momento, lo que volcó en función de interpretar lo que pasaba en el contexto de su época. Y así pudo advertir que el socialismo, si seguía por esa vía, pues se iba a destruir. Y eso no surge espontáneamente sino que es resultado de un proceso de reflexión, de asimilación, porque no es la crítica por la crítica, no es querer destruir a la Unión Soviética como después muchos lo interpretaron. Lo que estaba advirtiendo con su conocimiento es que ese no era el camino al socialismo.
F.P.: ¿No tiene todos los documentos?
M.C.A.: Nosotros no los tenemos todos.
F.P.: ¿Quién tiene la documentación?
M.C.A.: La correspondencia de Fidel y el Che está en la oficina de historia del Consejo de Estado. La hemos leído pero hay que buscarlas para tener una selección más completa. Nosotros tenemos una carta que Fidel le manda al Che cuando está en Praga, después de salir del Congo. En esa carta Fidel lo invita al Che a regresar a Cuba para entrenarse. Él no quería y Fidel lo convence. Es una carta tan hermosa, donde uno se da cuenta que esos famosos binomios de la historia están presentes ahí, en una carta que no se hizo para publicar sino entre dos amigos. Siempre me preguntan si creo que falta, desde el punto de vista teórico, algo más importante. Y yo digo que siempre lo que se encuentra es importante. Creo que de los discursos y los escritos del Che, el ordenamiento de su pensamiento teórico está bien. Pudiera no encontrarse más nada y se puede estudiar. Las diferentes vertientes en que asumen este sistema de pensamiento, que es lo más interesante, eso está. Sin embargo, cualquier cosa que abunde en función de interpretar al Che de una manera más profunda es válido. Todavía algunos lo tergiversan. Otros lo enarbolan como un símbolo, como un mito, como una leyenda, pero no se dan a la tarea de consumirlo en su pensamiento. Bueno léanlo, que es lo que nosotros pretendemos.
F: P: ¿Qué opinión le merece el trabajo realizado en La Pastera?
M.C.A.: En primer lugar creo que la labor y el esfuerzo que los compañeros de ATE nos presentaron son muy positivos. Siempre nos ha parecido que el Che debe estar presente en Argentina, sobre todo en los espacios mismos que él trató de conocer. Desde un principio, en el año 97, siempre se apoyó. Porque además creemos importante recuperar la etapa formativa de este joven y de su pensamiento. El criterio que nosotros siempre hemos tratado de expresar es el de darle una continuidad, en lo que es el país en su totalidad, de manera que lo que ustedes armaron aquí no esté separado. Es decir, articular todos los momentos y espacios que este joven transitó. Para que todos los turistas que vengan puedan decir: “fui a Argentina y conocí la ruta de este proceso formativo”. Claro, estoy pensando también en Alta Gracia, la parte de lo que es su infancia. También en Misiones, en Caraguatay, que es donde casi engendran al Che Guevara y donde vivió sus dos primeros años. El caso de Córdoba es muy peculiar en la vida del Che y de la familia. Es prácticamente donde más espacios está en Argentina, once años en Alta Gracia y el resto en sus estudios de bachillerato en la propia ciudad de Córdoba. Sin que los rosarinos se sientan dolidos, el sentido de pertenencia real de este joven está ahí. También en Buenos Aires, cuando viene a estudiar medicina. Cuantas cosas pudo vivir en su trayectoria, en cada espacio, de niño, adolescente, de joven.
Muchas biografías tienden a evaluar al Che de aventurero, voluntarista, de improvisado teórico, y estas cosas se llenan en una buena medida en su espacio en Argentina. Aquí se forma, aquí bebe sus primeras inquietudes filosóficas, sus primer amor por toda la literatura latinoamericana. Por suerte era un joven con una disciplina tremenda y lo escribía casi todo. Nosotros tenemos un índice de libros donde ponía qué libros leía y qué libros iba a leer. Es un diccionario filosófico que empieza a construir a los 17 años. Yo conversaba con sus compañeros de la Facultad de Medicina y me decían que cuando lo veían en la biblioteca creían que estaba estudiando medicina, pero se asomaban y estaba estudiando y anotando en sus cuadernos de filosofía. Es decir, es este muchacho que a veces se desconoce pero que, sin embargo, hizo y tuvo una vida y un espacio acá. Tuvo amigos, tuvo novia. Un ser humano. Que es el que hay que retomar más allá del mito, la leyenda o el símbolo. Un hombre terrenal, que es lo que fue.