"En La Higuera nació el mito del Che"
Fidel Echaverría Valverde es representante del circuito “Ruta del Che” en Vallegrande, Bolivia. A mediados de junio, días antes de la celebración de la semana del Che en Alta Gracia, visitó Buenos Aires. Allí compartió un diálogo con Darío Fuentes, director de La Pastera, y destacó la necesidad de articular del circuito de homenaje al Che en Argentina con la ruta boliviana. Echaverría señaló que de ese modo “podremos trascender las fronteras y recuperar el ideal de unidad latinoamericana levantado por Ernesto Guevara”.
La Ruta del Che es un recorrido que, según cuenta Fidel Echaverría, durante varios años fue transitado por los seguidores del líder guerrillero “como si fuera una peregrinación”. Aquí llegaban viajeros de todas las latitudes en un intento por reconstruir los últimos días de vida del Comandante Guevara. Recientemente el gobierno del presidente Evo Morales decidió promover esta travesía como “destino turístico comunitario de invaluable valor histórico cultural”. Esto permitió mejorar la infraestructura de acceso a la zona de La Higuera, el caserío campesino donde el Che pasaría a la eternidad.
El circuito se extiende a lo largo de 800 kilómetros y atraviesa las montañas del sudeste boliviano. Está formado por los sitios donde el Che y sus combatientes lucharon entre marzo y octubre del ’67. Entre los lugares más emblemáticos están: Ñancahuasú (escenario de los primeros enfrentamientos con el ejército), Camiri, Samaipata, Alto Seco, El Duraznal, Vado del Yeso (donde es abatida la guerrillera alemano-argentina “Tania”), Pucará, la Quebrada del Churo (área en que se da el último combate del Che), La Higuera (poblado donde el Che es tomado prisionero y fusilado) y Vallegrande. Este último punto es uno de los más significativos debido que allí fue exhibido el cuerpo sin vida del Comandante Guevara. Asimismo, en ese lugar se hallaron las fosas donde el ejército ocultó por más de 30 años los restos del Che y de los 18 guerrilleros que lo acompañaban.
Echaverría señala que fue en Vallegrande donde se originó el mito del Che. Allí se encuentra “la lavandería”, lugar elegido por el ejército boliviano para exhibir su cadáver. Sobre una sencilla construcción de cemento que servia de batea para lavar ropa del hospital Señor de Malta, “los militares pusieron su cadáver con el torso denudo y con los ojos abiertos, como una forma de denigrar su figura, y llamaron al pueblo para que lo viera”. Pero la cultura campesina le dio otro sentido a ese gesto de desprecio. Echaverría sostiene que “la idiosincrasia católica del campesino vallegrandino llevó considerar al Che como un santo, a tal grado que actualmente se le piden milagros”.
La Ruta de Che boliviana es un modo de aproximarse a la figura Ernesto Guevara y de recuperar una historia que, como afirma Echaverría “nos une como países y que trasciende las fronteras”. El espíritu del Che dice Echaverría, “nos está juntando como pueblos latinoamericanos. Y son las mismas perspectivas del Che las que están logrando trascender, aunque ya no con las armas en las espaldas sino a través de la difusión de sus ideas. Hay una especie de cambio latinoamericano que está dando a luz un pensamiento que ya tenía el Che”.