Un año sin Alberto
Aunque con el dolor que supone la ausencia de un ser querido, como lo fue y será para nuestro museo, el compañero Alberto Granado, siempre lo recordaremos con felicidad y con un profundo agradecimiento. Desde febrero de este año, en la tercera edición de la Semana del Che que recuerda el paso de Alberto y Ernesto por nuestra ciudad, tenemos una nueva lámina: una foto, según los familiares las últimas imágenes de Alberto, en la que viste una remera de nuestro museo. Hasta siempre querido Mial. (foto Roberto Chile, Cuba).
“Los unían mismas pasiones y sueños. Uno de sus hermanos, Tomás y su pasión por los deportes, en especial el rugby los acercó. “A pesar de que era una locura tener un jugador en el equipo que tuviera asma, pero Ernesto se ganó en la cancha el sobrenombre de Fúser que quería decir Furibundo Serna por su garra", nos comentó en una charla en la terraza del primer piso de su casa en un encuentro que tuvimos en La Habana. Cuando recordaba el viaje y en especial su paso por San Martín de los Andes decía que ellos habían quedado maravillados con la región. Desde montar un laboratorio en el medio de la cordillera y prestar servicio con un helicóptero, hasta la diferencia de kilaje que le dieron a Pedro Olate –una de las pocas diferencias del diario de viaje de ambos- Alberto recordaba cada detalle del viaje que iniciaron aquel verano del 52. Cuando mirábamos fotos de entonces y el proyecto de La Pastera, ve una que le sacó Ernesto con una antiparras haciendo que esquiaba y dice “pero mirá que pelotudos con esas antiparras en la nieve y encima se nos cayó y por recuperarla nos cagamos a golpes”. Y así como esas anécdotas recordamos una gran mano que nos dio cuando participó de la nota que La Nación publicó en el donde él reconocía a La Pastera como el lugar donde estuvieron alojados, en momentos en los que el predio corría peligro de ser transferido. “Nada más, ni nada menos que La Nación” se reía con su clásica picardía. Un cordobés que parecía que recién llegado. Le gustaba el buen vino y seguía haciendo sus buenos asados en la Isla, aunque se quejaba de la carne por supuesto, como buen argentino. “Esa noche –recordaba su estadía en San Martín de los Andes- a pesar de que yo pensaba que con esa paja en el galpón a Ernesto le iba a un a agarrar uno de sus ataques, esa noche dormimos tranquilos rodeados de fardos en la pastera, como le decían los trabajadores del lugar”. Mientras contaba no podía evitar la emoción al recordar a su amigo. Aquel por el cual también se fue vivir a La Habana a poco del triunfo de la Revolución que lo tuvo como un activo militante desde su profesión de bioquímico hasta en el trabajo voluntario que impulsaba su amigo argentino. Volvimos una vez más con Héctor Méndez, quien además de dirigente de ATE y fundador del museo es uno de los mejores baqueanos argentinos para moverse en la Isla, pero con La Pastera funcionando. Compartimos la alegría, le dejamos el audiovisual que habíamos producido la vez anterior donde estaba la entrevista que grabamos. Y la promesa siempre latente de volver a Neuquén. En nuestra primera edición de la “Semana del Che” en San Martín de los Andes el año pasado, estuvo presente con una carta que nos hizo llegar a través de Calica Ferrer, otro de los compañeros de viaje de Ernesto. Hoy llamó Calica para avisar y fue dolor. Un cordobés entrañable, una maravillosa persona, un compañero, un amigo de la casa. Alberto siempre estás llegando a La Pastera, a las puteadas con Fuser en la moto, pero siempre llegando… al galpón aquel y a nuestro corazón”. (Darío Fuentes – 5 de marzo de 2011)